Las sociedades se definen por sus respectivos grados de corrupción, algunas como la mexicana es mayor que otras, aunque no existe ninguna totalmente exenta de ella.
Y sus aspectos y efectos más relevantes y nefastos de la corrupción son: La perversión de la mentalidad del mexicano, encarecimiento innecesario de la vida por esta misma, el debilitamiento constante de sus instituciones al realizar sobornos para evitarse hacer largas filas para pagar una multa, lo cual sucede por la forma tardada e incorrecta de implementar el pago de servicios o multas, lo cual genera una derogación de más de 6 mil millones de pesos anuales, según estadísticas de las mismas instancias de gobierno, que van a los bolsillo de los funcionarios corruptos de este sistema mexicano, tanto administrativo como politico y gobernantes de los tres niveles.
Otro aspecto que nos agobia de la corrupción es en los ámbitos: Jurídicos, políticos -como el tráficos de influencia, peculado, enriquecimiento ilícito y el uso privado de bienes públicos-; sobornos, servicios médicos, deportivos, financieros, académicos, morales, familiares, artísticos y en todas las dimensiones de nuestra vida contemporánea, porque es la sociedad en conjunto la que está corrompida.
A su vez, la corrupción en el Sistema Judicial en la impartición de justicia, falsificación de documentos, usurpación de funciones, la destrucción de las instituciones, el desprecio por la legalidad, el triunfo de la ilegalidad y la inmoralidad implantada en nuestra sociedad.
Para que hacer auditorías en la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y hacer entrega de ella a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados el informe sobre la revisión de la Cuenta Pública de cada ejercicio pasado, si únicamente sirve para desatar escándalos y denuncias, pero no se realiza ningún ejercicio penal y obligatorio a resarcir lo robado y/o el peculado ejercido, en contra de todo funcionario que realiza estos actos delincuenciales, pero no es así por la misma corrupción que pernea no únicamente en todo acto de gobierno sino en la misma sociedad que condena esa corrupción.
Una sociedad corrupta es una sociedad en estado de descomposición y en ello lleva a una sociedad plena de injusticia, porque tiene la pérdida de los derechos a que está obligado a darle quien hace mal uso del poder sobre esa sociedad.
Todo acto de corrupción tiene un precio y actualmente se ha vuelto muy caro, pues hay que pagar por ella en todo acto que realicemos y desgraciadamente al deslizarse como individuo o grupo por esa pendiente, posteriormente ya no puede abstraerse a ese medio ambiente y los lleva no solo al deterioro social sino también al económico.
Debemos aceptar que la corrupción es como una enfermedad que va acabando con el enfermo y en este caso con el país, porque está empezando a asfixiarlo.
Y nuestra sociedad se ha hecho esclava de la corrupción porque considera que es la única opción de supervivencia o su mecanismo en favor de la vida actual en que vive.
Debemos estar conscientes que la victoria sobre la corrupción es factible, pero nunca será total sino gradual y paulatina.
La erradicación total de la corrupción es inalcanzable, pero debemos pensar positivamente y que es realizable, pero reiteramos gradualmente, como fue su inicio.
¿Qué hacer ante tanta corrupción? sanearla desde el hogar, con nuestros hijos y con nosotros mismos, ya no hay otra alternativa. ¡Tenemos que hacerlo!