viernes, 25 de noviembre de 2011

La caricia, ese contacto suave y agradable, ese  abrazo tierno, ese roce en la mejilla, ese reposado beso en los labios, es un bálsamo, que ayuda al ser humano a superar la tristeza, el dolor y la tragedia.

Una de las virtudes más bellas del ser humano es acariciar, ya sea al ser amado para incitarlo al amor o al pequeño que tenemos entre los brazos, para enseñarlo a amar.

Al adolescente que se siente incomprendido  y que va creciendo ante nuestros ojos; a la madre, al padre que van rumbo a su final; a quien queramos; porque hacerlo, nos libera y libera a quien acariciamos... ya sea de la pérdida de lo que sea; de lo que no pudimos alcanzar; de las penas que nos dañan y lo más importante de la tristeza que nos agobia a muchos seres humanos hasta morir.

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