El pueblo de México se hace esa pregunta constantemente, porque a la fecha hay 192 asesinatos de los cuales 95 son medios policíacos y el resto funcionarios públicos. Pero, perdón nos falta mencionar a 45 alcaldes y al pasado 11 de noviembre el Titular de Gobernación, Francisco Blake Mora, a tres años de Juan Camilo Mouriño, ambos en circunstancias similares, envueltos por la bruma de la duda, del silencio, de la inaceptabilidad del error humano o mecánico.
Y nos preguntamos ¿A quién le favorecía su muerte? ¿Quién tiene el poder para lograrlo? ¿Por qué asesinarlo, si era un funcionario débil, y de escasos méritos, y no dejarlo mejor ir a su natal Baja California, si este fue el caso? ¿Cómo es posible que dejaran pasar dos horas antes de detectar la aeronave la Secretaria de la Defensa y Policía Federal? ¿Quién o por qué anticipadamente twittean sobre que caerá del cielo un Secretario? ¿Cómo lo supo, y porque nadie hizo nada al respecto?.
La reciente ejecución del Alcalde, Ricardo Guzmán Romero, de dos disparos de escopeta y quien no solo no estaba protegido por la escolta de agentes de la Policía Federal sino que su anterior escolta también fue asesinado y sustituido por el inspector federal Miguel Ángel Rosas, puesto por Genaro García Luna, éste acusado de estar inmerso en el narcotráfico.
¿Por qué Calderón no da un cambio radical a su posición inicial, pese al exacerbado clima de violencia en el país? ¿Por qué a pesar de los gravísimos señalamientos de Human Rights Watch, sobre la aplicación de tortura sistemática de las fuerzas armadas y asesinatos, persiste en su tozudez de seguir con esta guerra en contra de las organizaciones delictivas? ¿O será del pueblo?.
¿Acaso fue conveniente la muerte del Secretario de Gobernación ante el compromiso de responder a los gravísimos y espeluznantes señalamientos de Human Rights Watch?.